Siempre desde que la escuché por ahí he querido meter esta frase en alguna de mis ocurrencias: "Honesto antes que comprometido". No sé dónde la escuché o quién la dijo. Pero dos cosas son seguras: la frase no es mía (si es que las frases pueden pertenecer a alguien), y que la puñetera invita a mis vapuleadas meningues a ponerse a currar ¡ya!
Y hete aquí que ayer en el cineclub FAS (¿dónde iba a ser si no?) me encontré con la excusa perfecta para poder utilizarla. Porque Fallen Leaves, la película que se proyectó, flamante Premio del Jurado del Festival de Cannes del año pasado, está dirigrida por Aki Kaurismaki. Y, hoy por hoy, y visto lo que vemos, pocas personas, y menos aún directores de cine, se me antojan tan honestos (a carta cabal) como el director finés. Su cine no engaña a nadie. Las historias que nos cuenta, son las que muestran sus imágenes. Ni más ni menos. Con una sencillez a prueba de bombas (luego diré dos cositas sobre la guerra) y, por eso mismo, con una complejidad que no se puede enseñar en una Escuela de Cine, sino apenas sentir y "guardar" como el tesoro más valioso mientras asistimos, por ejemplo, y éste sería el caso que nos ocupa aquí-y-ahora, a las peripecias que llevan a esos dos seres dejados-de-la-mano-de-Dios (¿y qué personajes de Kaurismaki no lo han sido de un modo u otro?), a Ansa y Holappa a intentar una convivencia en común, una convivencia que el plano final nos presenta como posible pero también difícil.
Porque no en vano en ese plano final Holappa acompaña a Ansa y a su perrita a trancas y barrancas aoyándose en las dos muletas que le quedan como recuerdo del accidente que le ha tenido, bajo un coma inducido, en la cama de un hospital durante varios días. Y nada de esto es casual. La radio nos da cuenta puntualmente de los desastres de la guerra de Ucrania pero Ansa y Holappa, que no han visitado el frente, también sufren a su manera los ficticios bombardeos de la Aviación de la Vida. Y es que, a su manera, son esas víctimas sin uniforme de una Guerra que siempre nos apunta a todos. Sí, la guerra de la Vida.
Y salvad todas las distancias que queráis pero viendo Fallen Leaves me venía a la memoria el inmortal Tiempo de amar, tiempo de morir, de Douglas Sirk. Porque en ellla también los civiles sufren las emboscadas de una guerra que se libra a cientos de kilómetros de distancia. Pero que también deja sus damnificados. Aunque lo escribía al principio: Kaurismaki no se compromete. Sólo muestra y nos deja a nosotros, espectadores "parapetados" plácidamente en una butaca, que nos empapemos de sus fotogramas, y que decidamos luego qué hacer. No hay por su parte ni trampa ni cartón, ni retorcidas vueltas de tuerca. Y otro ejemplo más por si aún nos quedaran dudas al respecto:el plano final, al que antes también aludía, es un bonito homenaje al plano final de los Tiiempos modernos, de Chaplin. OK. Cuualquier espectador con un mínimo de cultura cinematográfica lo sabe. Pero Kaurismaki nunca va de listilllo. En ese sentido, sus referencias a Bresson, a Godard le delatan. Las cartas, boca arriba. Por eso cuando Holappa le pregunta a Ansa si ya le ha puesto nombre a la perrita, ella le contesta, Chaplin. Honesto Kaurismaki. ¿Comprometido?, sólo con el ser humano.
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