Hace ya algunos meses, y con motivo de mi primer visionado de Samsara, a cuenta de los Premios Forqué, colgué de las páginas de Filmaffinity el siguiente comentario que, aún hoy suscribo, y con más determinación si cabe, después de que este bendito cineclub me brindase la oportunidad de revisar el documental de Patiño en una deslumbrante copia que, sólo por ella, habría hecho que la visita semanal a la Sala de El Carmen mereciera no ya la pena, sino lo siguiente.
Y escribía: Samsara es un documental que no te deja indiferente. No habrá habido muchas películas que hayas visto como ésta. Nos habla sobre la Muerte y la Vida, que se entrecruzan y se resuelven en un eterno fluir. Y su ritmo, como no podría ser de otra manera, lento, cálido, te envuelve en la calma precisa para entender sus bellísimas imágenes que a mí, por lo menos, me han recordado, en muchos momentos al majestuoso río que Jean Renoir filmara hace ya (¡ay!) tantos años.
Y esto ya no lo escribí, pero lo añado ahora. Que Samsara no esté ni tan siquiera nominada a los Goya/2024 no hace sino reafirmarme en el lamentable estado de las cabezas pensantes (sic) de nuestros adalides culturales. Sin duda, la película que a mi abuelita le hubiera gustado rodar, Robot Dreams, o la lamentable, y en bancarrota, sociedad de Bayona les ponen a todos ellos mucho más. ¡Lástima, Patiño! Pero piensa que ellos se lo pierden.
Comments