Me despedí de 2023 con la victoria de Elordi y Rezusta contra Laso y Aranguren en un bonito partido en Miribilla correspondiente al reñido Campeopnato de Parejas. Esto, por la tarde. Y por noche, en la tele, con "Las cosas de la vida", la película que Claude Susett dirigió en 1970 y eu había visto hace muchísimos años, en un viejísimo ¡Sábado cine!, pero cuyo recuerdo, la impresión que me produjoo en aquel momento, persiste hoy, al extremo de habercontinuar incluida en esa selección, a la que llamo las "películas que me hicieron amar la vida". Porque ahora sé, a ciencia cierta, que "Las cosas de la vida", vista stel último día del Año, es de esas películas que, vistas una vez, ya no se olvidan, que se te quedan dentro, y que cuando las vuelves a visionar es, simplemente, como un parto donde Diótima, por ejemplo, la parturienta a la que tantas veces aludea Sócrates en los escritos de Platón, o el mismísimo Horderlin en su inigualable poesía, te la vuelve a sacar de dentro y tú , feliz por volver a verla sana y salvo, a tu lado.
¿Pero de dónde viene semejante excelenncia? Y creo que ,a falta de darle mayores vueltas al tema , la soberbia partitura de Philippe Sarde tiene parte, o mucha, culpa. Porque la película con sus ralenties, y sus flash-backs no hace sino contarnos las peripecias, más o menos, normales de un hombre también normal, con sus normales y pequeñas precoupaciones diarias- aunque justo sería reconocer que Michel Piccoli no es enteramente un hombre cualquiera debatiéndose entre los amores de las espectaculares Romy Schneider y Lea Massari, ¡sí, casi nada al aparato!- ¿o acaso ha habido alguna vez alguien tan afortunado como él sobre una pantalla de cine?Aunque por otro lado y al mismo tiempo, Sarde nos ofrece una banda de sonido que es, en sí misma, un plus, un comentario añadido a las imágenes, y gracias a ella, estass imágenes tan normales se transforman en tristes fogonazos, en melancólicos tempi que me dejan sin habla (¡lo que ya es decir, jaja!), mudito, hipnotizado, sospechando que la vida, sí, nuestra vida es así, algo muy normal pero también.... triste, porque siempre se termina, cogiéndonos su final justo enel medio, en la mitad de nuestras cosas tan normales.
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