Zinemaldia 2023
La 71 edición del Festival Internacional de cine de San Sebastian SSIFF volvió a demostrar porqué se mantiene y con honores en lo mas alto de la Categoría de Festivales. Sus diferentes secciones, su gran afluencia de crítica y público: 5.020 acreditados, 58.200 espectadores, 238 películas así lo evidencian.
Algunas cosas a mejorar, siempre. Algún día en el que ya no tengamos que buscar la igualdad si no entrar de lleno en la equidad, esperable. La flamante ganadora O Corno (Jaione Camborda), una buena película, pero se perdió una gran oportunidad de premiar una de esas joyas del cine que se pierden en el marasmo de un volumen ingente de películas y me refiero a All Dirt Roads Taste of Salt, de la directora norteamericana Raven Jackson (Tennessis, 1990), mujer, negra, de la escuela local -proyecto Ikusmira (link)-, Misissisipi en estado puro. Pasaron por el festival otros buenos títulos: Ex-husbands, una película coral masculina con un excelente James Norton en una crisis existencialista, Fingernails (Christos Nikou, Grecia) alocado es el amor y más si metemos la tecnología por medio, la interesante y divertida Puan (Maria Alché y Benjamin Naishtat), estrenada en cines recientemente. Algunas de ellas han pasado y con éxito de asistencia por el cineclub FAS, como Anatomía de un asesinato de Justine Triet, ganadora de la Palma de Oro en Cannes 2023
Voy a referir dos películas que me impactaron por su calado histórico, una muy reciente la otra hace un siglo. Una recibió premio importante totalmente desapercibido, la otra todas las alabanzas de la crítica y público. Una culturalmente mas lejana, de oriente, la otra más cercana. Me estoy refiriendo a Bahadur the brave y a Los Colonos respectivamente. Ambas historias apenas conocidas, ambas repitiéndose actualmente.
Bahadur the brave (Diwa Shah, India ) cuya directora, productor e ingeniero de sonido departieron largamente con el público en lo que según ellos era la primera proyección con público y no esperaban tal acogida. Se reconoció en la propia sala la gran profesionalidad, entusiasmo y talento de la joven directora Diwa Shah, en su primera película y que pese a granar el premio de Nuevos Directoras, no hubo comentario alguno al respecto en ninguno de los foros del Festival, ni tan siquiera en la entrega de premios. Lamentable. Rodada con actores no profesionales muy cómodos ante la cámara, actuando con realismo y naturalidad; con un sonido grabado un más de un noventa por ciento en directo, sonidos que salían de televisión, radio, teléfono, las elipses no son con imágenes si no con el sonido de una conversación, o con los silencios. De trasfondo, la situación extrema que vivieron muchos emigrantes nepalís que trabajaban en la India y que durante la pandemia fueron obligados a volver a sus casas, a la vez que le cerraban las fronteras y tenían que jugarse la vida atravesando un rio a nado (cuántos Bidasoas…). Las dificultades para rodar y conseguir financiación fueron numerosas, y más aún con guiones tan independientes como este, en una India copada por lo bollywodiense. Reconocimiento a los productores por el riesgo asumido.
En Los Colonos película escrita y dirigida por Felipe Gálvez (Chile 1983) en su primer largometraje, se hace una revisión de un acontecimiento negro, cruel y poco revisado en la historia chilena, el genocidio de los Selknam, tribus que habitaba el sur de Chile y Argentina. Retrata el nacimiento de las fronteras en el fin del Mundo, en Tierra de Fuego dónde estas tribus obstaculizaban la invasión del colonizador, el propio Chile, no venía de fuera. La ampliación de fronteras siempre ha supuesto lo mismo, la aniquilación de el del otro lado (cuantas Gazas…). Cuenta como los países escriben sus violentas historias oficiales. Recompensas por úteros y orejas arrancadas. Hay un segundo momento en la que el Gobierno del país, consentidor de tal matanza, intenta remedar tal atrocidad, no es fácil. Tomas Moro, ya lo intentó con su Utopía (serán los estados los responsables del bienestar de sus pueblos). Destacar la interpretación de los actores, soberbio Alfredo Castro, superado por la elección del chileno mestizo Camilo Arancibia como el indio que acompaña en esta barbarie. Su mirada cautivadora, rostro hipnótico, su pasivo silencio, atrae la mirada del espectador ante tal desubicación. Dicen que es un western, quizá es momento de revisar el tema tan controvertido como los géneros cinematográficos, nunca los entendí bien.
Montse Fonseca