Acabemos con la cultura
Está bien. Acabemos de una vez por todas con la cultura. Total , a quién le importa que miles de personas hagan cola para admirar la maravillosa capacidad de Antonio López. Guardemos sus cuadros en un almacén, que nadie los exponga o los vea, que nadie hable de ellos, que nadie se emocione al comprobar la magia que puede surgir de la imaginación y las manos del ser humano. No permitamos que el pintor viva de su obra, que se muera de hambre o abandone la pintura para dedicarse a la horticultura en jardines públicos.
No. Mejor aún. Quememos sus cuadros, no sirven para nada y supone demasiado gasto conservarlos. Es más, destruyamos la Capilla Sixtina , dinamitemos las cuevas de Altamira, las ruinas grecorromanas... Arrasemos con la cultura, con las lenguas minoritarias que tan demodé están, con los festivales de música y de cine. Son gastos innecesarios, superfluos, es verdad. Tan innecesarios como hacer películas, escribir poesía, cuentos...
Qué decir de contarlos... Dejemos de cantar. Incendiemos las bibliotecas, los archivos fotográficos y las fotos de vacaciones. Dejemos de hacer fotografías. Nada de hablar de lo que disfruta uno con el vino o el txakoli, con los pintxos, con los amigos... Quedémonos en nuestras casas, encerremos bajo llave con el toque de queda viendo realitys maratonianos, trabajemos 12 horas al día, comamos matarratas y soñemos con la vida. No leamos, no escribamos, es más, no hablemos, es una pérdida de tiempo. ¡Vagos! Acabemos de una vez con la cultura, hay otras prioridades. Escoged los ataúdes y disfrutad mientras tanto de la lobotomía.
P.D. Escrito después de leer a Ibsen y haber visto «La caja» de Txiki.
Iratxe FRESNEDA. Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual